Disipando un fantasma

La esposa de un hombre se puso muy enferma, y en su lecho de muerte le dijo, “¡Te amo tanto! No quiero dejarte, y no quisiera que me traicionaras. Prométeme que no verás a ninguna otra mujer después que muera, o volveré y me apareceré.”

Durante varios meses después de su muerte, el marido evitó a otras mujeres, pero entonces conoció a alguien, y se enamoró. La noche en que se comprometían para casarse, el fantasma de su ex esposa se le apareció. Lo culpó por no mantener la promesa, y después, cada noche volvió para fastidiarlo. El fantasma le rememoraba todo lo que hacía durante el día con su prometida, hasta el punto de repetir, palabra por palabra, sus conversaciones. Le afectó tanto, que no podía dormir.

Desesperado, pidió consejo a un maestro del Zen que vivía cerca de la aldea. “Este es un fantasma muy listo”, dijo el maestro luego de escuchar la historia del hombre. “¡Sí, lo es!”, contestó el hombre, “recuerda cada detalle de lo que digo y hago. ¡Lo sabe todo!” El maestro sonrió, ”Usted debería admirar a un fantasma como éste; pero le diré qué tiene que hacer la próxima vez que lo vea.”

Esa noche el fantasma volvió y el hombre hizo exactamente como el maestro le había aconsejado. “Eres un fantasma tan sabio”, dijo, “Sabes que no puedo ocultarte nada. Si puedes contestarme una pregunta, interrumpiré mi compromiso y me quedaré solo por el resto de mi vida”. “Haz tu pregunta”, contestó el fantasma. El hombre recogió un puñado de frijoles de una gran bolsa que estaba en el piso, “Dime exactamente cuántos frijoles hay en mi mano.”

En ese momento el fantasma desapareció y nunca más regresó.  

Buscando a Buda

Un monje partió a un largo peregrinaje para encontrar al Buda. Dedicó muchos años a su búsqueda hasta que finalmente alcanzó la tierra donde se decía que el Buda vivía. Mientras cruzaba el río a ese país el monje miraba alrededor, al tiempo que el barquero remaba. Notó algo flotando hacia ellos.

A medida que se acercaba, se dio cuenta que era el cadáver de una persona. Cuando estuvo tan cerca que podía casi tocarlo, reconoció repentinamente el cuerpo muerto, ¡era el suyo!. Perdió el control y se lamentó al mirarse, inmóvil y sin vida, arrastrado a lo largo de la corriente del río.

Ese momento fue el principio de su liberación.  

No era idiota

Yagyu Tajima no Kami tenía un mono como mascota. Éste asistía a menudo a los entrenamientos de los discípulos. Siendo por naturaleza extremadamente imitador, este mono aprendió la manera de coger un sable y de utilizarlo. Se había convertido en un experto, en su género.

Un día, un Ronin (Guerrero errante) expresó su deseo amistoso de confrontar su habilidad en el manejo de la lanza con Tajima. El Maestro le sugirió que combatiera primero con el mono. El visitante se sintió amargamente humillado. Pero el encuentro tuvo lugar.

Armado con su lanza, el Ronin atacó rápidamente al mono que manejaba un shinai (sable de bambú). El animal evitó ágilmente los golpes de la lanza. Pasando al contraataque, el mono consiguió acercarse a su adversario y golpearlo. El Ronin retrocedió y puso su arma en una guardia defensiva. Aprovechando la ocasión, el mono saltó sobre el mango de la lanza y desarmó al hombre. Cuando el Ronin volvió avergonzado a ver a Tajima éste le hizo la siguiente observación:

- Desde el principio sabía que usted no era capaz de vencer al mono.

El Ronin dejó de visitar al Maestro desde ese día. Habían pasado varios meses cuando apareció de nuevo. Volvió a expresar su deseo de combatir con el mono. El Maestro, adivinando que el Ronin se había entrenado intensamente, presintió que el mono se negaría a combatir. Por lo tanto no aceptó la petición de su visitante.

Pero éste insistió y el Maestro acabó por ceder.

En el mismo instante en el que el mono se puso frente al hombre, arrojó su sable y emprendió la huida gritando.

Tajima no Kami terminó por concluir:

- ¿No se lo dije? No lo iba a vencer...
Poco tiempo después, gracias a su recomendación, el Ronin entró al servicio de uno de sus amigos.

Mariposa

El gran maestro taoísta Chuang Tzu, una vez soñó que era una mariposa que revoloteaba por todas partes.

En el sueño no tenía conciencia de su individualidad como persona. Era sólo una mariposa.

De repente despertó, y se encontró tendido allí siendo una persona de nuevo.

Pero al instante se preguntó, "¿Hace poco era un hombre que soñó que era una mariposa, o ahora soy una mariposa que sueña que es un hombre?".  

El cantero

Había una vez un cantero que estaba insatisfecho consigo mismo y con su posición en la vida. Un día pasó por la casa de un rico comerciante. A través de la entrada abierta, vio muchas finas posesiones e importantes visitantes. "¡Cuán poderoso debe ser el comerciante!", pensó el cortador de piedra. Se puso muy envidioso y deseó que pudiera ser como el comerciante. Para su gran sorpresa, se convirtió repentinamente en el comerciante, gozando de más lujos y poder de lo que siempre había imaginado, pero envidiado y detestado por aquellos menos ricos que él.

Pronto un alto funcionario pasó cerca, llevado en una silla de manos, acompañado por asistentes y escoltado por soldados batiendo gongos. Todos, sin importar cuan rico, tenían que hacer una reverencia ante la procesión. "¡Cuán poderoso es ese funcionario!", pensó. "¡Deseo que pudiera ser un alto funcionario!".

Entonces se convirtió en el alto funcionario, llevado por todas partes en su bordada silla de manos, temido y odiado por la gente de todo alrededor. Era un día caluroso de verano, por eso el funcionario se sentía muy incómodo en la pegajosa silla. Levantó la mirada al sol. Brillaba orgulloso en el cielo, no afectado por su presencia. "¡Cuán poderoso es el sol!" pensó. "¡Deseo que pudiera ser el sol!".

Entonces se convirtió en el sol, brillando ferozmente sobre todos, abrasando los campos, maldecido por los granjeros y los trabajadores. Pero una enorme nube negra se interpuso entre él y la tierra, de modo que su luz no pudo brillar más sobre todo allá abajo. "¡Cuán poderosa es esa nube de tormenta!", pensó. "¡Deseo que pudiera ser una nube!".

Entonces se convirtió en la nube, inundando los campos y las aldeas, increpado por todos. Pero pronto descubrió que estaba siendo empujado lejos por cierta gran fuerza, y se dio cuenta de que era el viento. "¡Cuán poderoso es!", pensó. "¡Deseo que pudiera ser el viento!".

Entonces se convirtió en el viento, llevándose tejas de los techos de las casas, arrancando árboles, temido y odiado por todos debajo de él. Pero después de un rato, se izó en contra de algo que no movería, no importa cuan fuertemente soplara en contra de ella, una enorme y altísima roca. "¡Cuán poderosa es esa roca!", pensó. "¡Deseo que pudiera ser una roca!".

Entonces se convirtió en la roca, más poderosa que nada más en la tierra. Pero mientras estaba parado allí, oyó el sonido de un martillo golpeando un cincel en la dura superficie, y sintió que estaba siendo cambiado. "¿Qué podría ser más poderoso que yo, la roca?", pensó. Bajó la mirada y vio lejos debajo de él, la figura de un cantero.

El camino del cielo y del infierno

Un guerrero de fama y fuerte crácter luego de recorrer un largo camino se dirige a una escarpada montaña,
lugar de habitación de un solitario y sabio maestro del budismo (probablemente un sacerdote)

Cuando llega a la morada del sabio luego de una agotadora jornada saluda respetuosamente al monje, el cual guarda silencio sin moverse de su posición.

Luego le dice: He venido hasta aquí desde muy lejos para saber de un sabio como Usted ¿cuál es el camino hacia el cielo y el infierno?. El monje impasible mantuvo el silencio sin mirarlo siquiera. El guerrero algo irritado le increpa diciendo: ¡He subido esta escarpada montaña, he recorrido un largo camino en busca de sabiduría y quiero que me responda ¿cuál es el camino entre el cielo y el infierno?!. El monje no mostró siquiera un cambio de actitud, como si fuera una escultura.

El guerrero reaccionó sulfurado e iracundo diciendo: ¡¡ He hecho un gran esfuerzo por estar aquí, no permitiré que me faltes así el respeto!! y levantó su espada con la cierta intención de darle muerte. En ese momento el monje levanta su mano indicando con su dedo índice al guerrero y exclama con voz firme: ¡Ese es el camino del infierno! Sorprendido y avergonzado el guerrero envaina lentamente espada. El monje con voz tranquila le dice: Ese es el camino del cielo.  

Ya estamos

Un maestro y su discípulo caminan. El discípulo pregunta: “¿Adónde vamos, maestro?”

El maestro responde: “Ya estamos”.