Un poderoso guerrero, a la cabeza de su ejército, invadió un país
vecino. Precedido por su reputación, nadie se atrevía a hacerle frente y
mientras él avanzaba, atravesaba regiones desiertas. Todo el mundo huía
a su paso.
Un día, en un pueblo, penetró en un templo y descubrió a un hombre de
edad indeterminada, sentado, en la posición del loto. El guerrero,
interpretando la presencia inmóvil del anciano como un desafío, furioso,
desenvainó su sable.
- ¿Sabes delante de quién te encuentras, desvergonzado vejestorio? Podría traspasarte el corazón con este sable sin pestañear.
Sin sombra de preocupación, el anciano le respondió:
- Y tú, ¿sabes delante de quién estás? Yo puedo dejar que me traspases el corazón sin pestañear.
Recopilación de Cuentos Breves Zen. Sabiduría oriental para reflexionar...
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